Tsundoku

Al principio te sientes culpable: nos enseñan de pequeños que todo libro debe ser leído de principio a final.

Pero con el tiempo los libros sin leer se empiezan a acumular. Una cierta ansiedad —derivada de dicha culpabilidad— crece proporcionalmente a la pila de libros por leer.

Finalmente tu biblioteca alcanza un tamaño crítico a partir del cual, en una especie de epifanía, se convierte en antibiblioteca (en el sentido de Umberto Eco y Nassim Taleb): Aceptas que nunca podrás leer todos los libros que te gustaría por el simple hecho de que no hay tiempo en una vida humana para hacerlo. Peor: ni siquiera podrás añadir a tu antibiblioteca todos los libros que te interesan y te gustaría porque siempre tendrás limitaciones de presupuesto y/o espacio.

Contemplas entonces tu antibiblioteca —con todos los libros empezados pero con la mayoría sin terminar, pero ya sin ansiedad ni culpabilidad—, como lo que en realidad fue desde el principio (a parte de la obvia herramienta básica de trabajo y consulta): el recordatorio constante de lo poco que sabes. De que tu ignorancia crece siempre más deprisa que tu conocimiento. De que cuanto más sabes más consciente eres de tus limitaciones y del inmenso océano que quedará siempre por navegar.

Una buena biblioteca requiere pues que sea inabarcable e imposible su completa lectura. Siempre nos servirá como herramienta de consulta y crecimiento, pero sobre todo nos servirá como cura de humildad, pues su tamaño crecerá siempre a mayor velocidad que nuestro conocimiento y tiempo para leerlos.

A partir de entonces, y ya sin sentimiento de culpa, puedes reconocerte víctima orgullosa del Tsundoku, término japonés sinónimo de la antibiblioteca de Taleb que designa aquellos que no puede dejar de comprar nuevos libros sin haber podido aún terminar los que ya poseen.

Parafraseando a Edward Newton:

Aunque su lectura sea imposible, la adquisición de nuevos libros que nos interesan produce tal éxtasis, que la compra de más libros de los que uno puede leer es expresión terrenal del afán del alma por extenderse al infinito.

Leave a Reply

Your email address will not be published.*