El socialismo ha logrado cosas que parecía imposible conseguir:
- Que no haya azúcar en Cuba
- Que no haya gasolina en Venezuela
- Que no hubiera arroz en China
- Que no hubiera pan en Ucrania
Ahora, Lady Paro —también conocida por Yolanda Díaz, Vicepresidenta segunda del Gobierno de España— pretende «topar» (establecer un techo máximo) los precios de la comida en España:
Van a lograr que un país cuya gastronomía envidia todo el mundo, además de ser uno de los mayores exportadores per capita de carne y frutas frescas del planeta, pase hambre. Sí, hambre. Otra vez.
Economía Básica 101: Toda limitación artificial de los precios provoca siempre, en todo tiempo y lugar, desabastecimiento y mercado negro.
¿Por qué? El Profesor Jesús Huerta de Soto lo explica muy bien y en sólo 12′. También en el libro «4000 años de controles de precios» se hace un exhaustivo análisis de todas las veces que se ha intentado. En resumen:
- Desincentiva la producción: nadie va a quemar sus ahorros para producir cosas que no puede vender por encima del coste
- Desincentiva la distribución
- Provoca desempleo
- Provoca escasez, racionamiento y colas
Y hambre.
El hambre lleva al mercado negro por necesidad, al estraperlo de antaño que nos contaban nuestros abuelos. Y nos lleva de vuelta a los años más oscuros de la historia del pais, a la posguerra interminable. A esos años en blanco y negro que sufrieron mis padres en su infancia, por lo que se mataron a trabajar para que no sucediera nunca más y sus hijos no conocieran aquel infierno.
Ahora, gracias a estos facinerosos que pactan con terroristas e independentistas —empeñados en destruir política, económica y culturalmente a España—, va a volver a suceder. Porque «suena bien» limitar el precio del pan, leche y huevos. Porque «suena bien» que se suban los salarios según el IPC.
Porque «suena bien» a los votantes.
Tanto trabajo, tanto esfuerzo, tanto sufrimiento matándose a trabajar de nuestros padres, para perderlo todo a cambio de que el traidor miserable de «Antonio» Sánchez siga durmiendo a pierna suelta en su repugnante colchón podemita de la Moncloa.